Alexis

Venezuela, mi maravilloso país, atraviesa quizás la peor crisis que haya conocido no sólo mi generación sino muchas otras que han quedado en la historia. Esta crisis lamentablemente ha acabado con un país joven lleno de vida y de oportunidades, ahora golpeado por la peor enfermedad que le puede caer a una nación entera como es el abuso de poder, la corrupción en proporciones desconocidas y la pérdida de valores y de educación.

Tenemos un gobierno putrefacto que ha querido crecer a cuesta de lo que sea, sin importar sepultar vidas inocentes, llevar a la quiebra a uno de los países más ricos no sólo por sus recursos y ubicación geográfica sino por el valor de cada uno de los hombres, mujeres y niños. Bueno, no quiero extenderme hablando del marginal y malandro gobierno dictatorial que nos avergüenza segundo a segundo. Por el contrario, mi deseo es expresar el orgullo y la bendición de lo que significa nuestro país, nuestra gente, nuestra idiosincrasia y el orgullo de haber nacido en el mejor país.

Mi experiencia es una más entre miles de personas que huyen de Venezuela con la finalidad de obtener calidad de vida, seguridad social, oportunidades de crecimiento personal, desarrollarse en el campo laboral y profesional o simplemente poder acceder a alimentos y productos de primera necesidad. Tuve la oportunidad de migrar hace ya dos años, cuando quizás no estaba tan complicado el sobrevivir. Sin embargo, decidí convertir mi viaje en una oportunidad de nuevos retos y experiencias para crecer en diferentes niveles, pero sin lugar a dudas mi meta y objetivo estaba centrado en mi crecimiento profesional. En quince días tuve que decidir, me voy del país y me llevo lo que sea. Ya no tenía ataduras, ya me había graduado de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Mérida y pensé, es ahora o creo que no lo voy a hacer.

A mí me encanta Venezuela y a todos los venezolanos nos encanta nuestro país, eso es algo que nadie nos va a quitar. Obviamente mi familia siempre es una prioridad pero creo que cuando decides por una vida en dónde puedas ser capaz de devolver un poco a esas personas que te brindan lo mejor, tanto en apoyo como en amor, debes enfrentarte a la necesidad y el impulso de salir adelante.

Cómo estudiante de Arte me di cuenta de muchas cosas, no sólo de lo difícil y complejo que implica ser artista, ya que se necesita un espíritu dispuesto a luchar por eso que está y no se puede ver; sino también de que se vive y se experimenta de muchas formas. Entiendo que un artista es una persona libre y dispuesta a abrirse al mundo para lograr sobrevivir. Hoy estoy aquí en Quito y en algún momento me gustaría volver a mi país, pero me doy cuenta que no es el momento. Como dicen, vendrán tiempos mejores. Estoy seguro.

Yo creo que tú eres feliz cuando haces lo que te gusta y yo estoy en un lugar donde hago lo que me gusta. Tengo una jefa maravillosa de la que aprendo muchísimo. En el año que tengo trabajando en una galería de arte en Quito, he aprendido a ver el arte más maduramente y a tener una conciencia más despierta de lo que implica ser artista y de cómo es el mercado del arte, ambas fundamentales para entender en qué paquete nos metemos los artistas, es broma, amo mi profesión.

Para mi el Arte es una herramienta que puede servir de catarsis para liberarte de un montón de cosas, para drenar, para componer o simplemente para conectarte con algo que tú crees que tiene sentido. Es una lucha y también una obsesión. Yo pienso que puede salvar al mundo y no creo que vaya a morir porque realmente hay algo mágico que opera y tiene que ver con el espíritu de las personas, aunque más allá de los sentimientos el arte es poder, es conocimiento. Cuando tú te conectas con una pieza musical, no sabes por qué te hace recordar algún momento agradable o por qué simplemente no te gusta, lo mismo sucede con una pintura o dibujo. Hay una resonancia que puedes sentir, positiva o negativa; entonces, el arte es una herramienta para conectarte contigo y con los demás.

En mayo de 2017 expuse mi obra por primera vez en Quito, en la Galería Ileana Viteri. Iteraciones fue mi primera muestra individual fuera de Venezuela. Fue muy complicado todo porque en el proceso atravesaba la situación más difícil y compleja que puede sucederle a cualquier persona y más si se encuentra fuera de su tierra y por ende, lejos de su familia. El día antes de la inauguración de la exposición, mi mamá murió de cáncer. Tuve la posibilidad de suspender la muestra, pero no acepté. Mi mamá vivió conmigo todo este proceso. Ella se sentía orgullosa de que a mi me encantara el Arte y de que decidiera ir tras lo que me gustaba; siempre me impulsó con sus palabras, con su espíritu de lucha, con su perseverancia y a diario me mostraba lo orgullosa que se sentía de que decidiera estudiar una carrera no tan común y con un futuro lleno de retos. Bueno, supongo que veía algún talento en mí (risas). Entonces, pensaba que le iba a fallar si no inauguraba; por otra parte, por difícil que parezca, sentía que ella estaba allí conmigo. Es una sensación inexplicable.

Además me enfermé. Fue una situación muy difícil porque tuve que luchar tanto física como emocionalmente para poder sacar adelante mi proyecto de exposición. Tenía que seguir trabajando para poder enviar dinero a Venezuela y ayudar con el tratamiento y los gastos de mi madre, trabajar para seguir pagando mis deudas y mis responsabilidades, todo lo que implica vivir fuera de tu país.

Todos los días recuerdo un montón a mi madre. Es un vacío irremplazable. La extraño muchísimo pero también me parezco mucho a ella y sé que mi madre me diría, “hijo la vida continua, hay que seguir adelante, lo importante no es lo que nos sucede sino cómo lo enfrentamos y eso es lo que realmente nos define”. A veces no  sabemos lo fuerte que somos hasta que nos toca enfrentar las cosas. Yo creo que eso es lo que me sucedió.

Ha pasado mucho tiempo desde que llegué a Ecuador. He vivido muchas cosas y situaciones que no solo te ponen a prueba sino que forman parte de un crecimiento. No me arrepiento de nada de lo que he vivido. Creo que si algo he aprendido a lo largo de mi experiencia, es que he sido muy ingenuo a la hora de conocer a las personas y de creer en la buena voluntad; esto me ha llevado a desconfiar, a ser cauteloso, a cuidarme a mi mismo y siempre estar alerta, no a los extremos, pero sí saber en quién confiar.

Yo sueño con poder enfrentarme al mundo del Arte, no me importa si crezco como artista o si me reconocen. Creo que lo importante en la vida es ser honesto, ser feliz y disfrutar las cosas. Esa es la clave por cliché o tonto que parezca. Cuando eres coherente con lo que piensas, con lo que dices y con lo que haces, algo se mueve en el universo, algo se alinea contigo y en algún momento, tarde o temprano, llega eso por lo que has estado trabajando, sólo debemos ser pacientes.

 

Foto: Pamela Corrales