Andrés/Yadam

Mi nombre es Andrés, tengo 20 años y nací en Maracay, Venezuela. Tengo un hermano gemelo pero no se parece a mi, somos totalmente opuestos. Yo soy blanquito, él es morenito; yo soy grueso, él es delgadito. Soy entre comillas una persona normal y él tiene autismo. Mi mamá es una madre soltera entonces tuve que siempre asumir un rol muy mayor a mi edad porque tenia que cuidar de mi hermano mientras ella trabajaba. No me quejo y más bien creo que esa experiencia me ha ayudado muchísimo porque ahora vivo solo y he sabido desenvolverme.

Francia no es el primer país a donde voy. Cuando teníamos 4 años, fuimos a Estados Unidos y vivimos unos años allá. Mi mamá no hablaba inglés y siendo enfermera en Venezuela, lo dejó todo para buscar algo mejor. Yo admiro a mi madre por eso y ella fue mi ejemplo cuando vine solo a Francia. Viví la mejor infancia pero sí recuerdo que durante toda mi niñez mi mamá trabajó mucho para llevarnos adelante. Yo veía como ella se esforzaba en Navidad para darnos un pequeño regalo, el más económico que podía comprar, que para mi era muy especial porque yo sabía todo lo que mi mamá hacía.

Cuando tenía 13 años, regresamos a Venezuela y ahí fue la primera vez que descubrí lo que era mi país. Yo antes no sabía nada y no hablaba ni siquiera muy bien el español, pero me sentía venezolano y también americano. Llegué a Venezuela justo en la época de la muerte de Chávez y la situación era mala. Desde que Chávez asumió la presidencia en 1999 no es un chiste que han sido 20 años de un progresivo deterioro. Teníamos problemas de electricidad, la escasez ya empezaba a notarse y mi mamá estaba traumada y muy triste porque veníamos de una cultura y una realidad muy diferente.

En Venezuela pude encontrarme con mis raíces, con la familia que quedaba allí y conocer un poco de esa cultura que hoy en día me hace falta. Descubrí esa parte bonita de Venezuela porque llegué justo a tiempo, antes de que todo empezara a caer. Hay mucha gente que piensa que por haber vivido afuera no soy tan venezolano, pero la verdad es que esto justamente me permitió valorar más lo poco que teníamos en Venezuela y lo tanto que podía haber sido y puede ser todavía.

Viví en Venezuela por 6 años. Fui a la universidad y empecé la carrera de Estudios Internacionales, mi meta era ser diplomático y trabajar representando a Venezuela en las organizaciones internacionales. Yo sabía que no me quería quedar toda mi vida en Venezuela. Como mi abuelo había trabajado en la embajada venezolana en Francia y mi mamá vivió parte de su niñez en Francia, descubrí en mi cuarto un clóset lleno de libros de Francia; y me dije, quiero aprender francés. Empecé con el francés y cada año fui agregando un idioma, alemán, danés y un poco de mandarín. Ahora estoy dedicado a tiempo completo al francés porque vivo en Francia y tengo que ocuparme de eso. Creo que el francés ya forma parte de mi porque yo formo ahora parte de Francia y esta lengua cada día imprime parte de mi cuerpo, de mi habla y de mi mente.

Yo siempre he dicho que siempre voy a ser venezolano pero ahora estoy en Francia y quiero, guardando mis valores y recuerdos, adaptarme a este lugar. No lo hago forzado, lo hago porque amo y estoy contento de estar aquí y ese amor y esa felicidad me dan una apertura mental al idioma y el idioma simplemente va formando parte de mi. Es como cuando uno empieza una relación con alguien, hay diferencias pero poco a poco te vas acoplando.

En mi familia la música corre por nuestra sangre. Mi abuelo es un ser hermoso, ya no existe en el mundo, pero sus canciones existen todavía en nuestra vida. Mi abuelo era cantante y lo conocían como la voz de las fuerzas armadas, porque era miembro del ejército. Antes de la migración, antes de que todos nos tuviéramos que ir por la situación del país, me acuerdo que nos sentábamos toda la familia en el patio, a comer mangos y a cantar con mi abuelo. Con tantos problemas, la música nos permitía unirnos y compartir, era nuestra forma de compartir en familia. Luego falleció mi abuelo y poco a poco se fueron todos de Venezuela y después fue triste porque ya no existía eso. Mi mamá siempre nos cantaba todas las noches antes de dormir, con su voz de ópera, muy bonita. No sé si son canciones que ella inventó pero son canciones que tengo en la mente hasta el día de hoy. Después cuando fui creciendo, la música fue mi forma de expresarme. Pero lo más importante era estudiar porque en Venezuela, con la situación, uno no piensa en hacer música, sino en estudiar, en graduarse rápido para encontrar un trabajo y ayudar a mi familia para que podamos comer, para que podamos pagar lo que tenemos que pagar. La música era una pasión y pero no imaginaba que iba a ser mi futuro.

Yo nunca pensé que la música iba a abrirme las puertas para salir de Venezuela. Esperé dos años para participar en el concurso de música organizado por la Alianza Francesa en Venezuela, gané y pude viajar a Francia. Al llegar, publiqué un anuncio en Facebook y una familia franco-nicaragüense me ofreció su casa. Esta familia es la razón por la cual estoy aquí todavía hoy. Ellos me dijeron que había un casting de canto para el programa de la televisión francesa Nouvelle Star y quedé en segundo lugar. Fue gracias a ese show que se me abrieron las puertas para permanecer en Francia, pero no fue el show el que hizo que me quedara en Francia. Yo tuve que buscar los medios para poder permanecer y el proceso de migración no es sencillo, hay muchísimas leyes y cosas que mostrar; a veces desmotiva porque tienes miedo de perder todo lo que ya has hecho. Tengo la bendición de que como participé en el show de televisión recibía todos los días mensajes de personas que me decían “no te rindas”, “sigue”, “sí puedes”, “te esperamos”. Son ese tipo de cosas las que han hecho mi proceso de adaptación muchísimo más fácil. Ahorita le doy gracias a Dios porque ya tengo mi visa de artista por 4 años.

La música se convirtió literalmente en lo que me salvó de Venezuela y lo que me abrió las puertas. Ahora, estoy dedicado casi por completo a la música y siento muchas cosas cuando canto y escribo. Creo que estar en un país extraño, tener que adaptarme y haber vivido experiencias tan bellas y tan locas, le dan muchísimo valor al momento en que hago música. Yo vengo de fuera y tengo que esforzarme todos los días para cubrir mis gastos y para ayudar a mi familia. Cuando yo hago música pienso en todo eso y creo que tanto esfuerzo detrás cobra un sentido y una emoción muy bella a lo que hago. No digo que mi música tiene más valor que la música de alguien que no es un inmigrante, solamente digo que mi experiencia me ha ayudado a valorar más el trabajo que yo hago. Para mí es una bendición poder cantar y vivir mi sueño aunque hay dificultades, hay muchísimas dificultades, pero hay mucha gente que sueña con estar aquí y yo he logrado algo que todavía siento imposible. Estoy en Francia, estoy cantando, voy avanzando poco a poco y un día con esto voy a ayudar a mi familia.

Extraño el hecho de que las personas, pese a todo lo que pasábamos en Venezuela, encontrábamos una forma de reír y después terminábamos llorando juntos. Extraño a mi mejor amigo que se fue a Ecuador. Extraños a mis amigos de la universidad. Nosotros deberíamos estar todos juntos y graduarnos todos juntos de la universidad y poder ser los licenciados que queríamos ser y tener nuestras familias y compartir con nuestros hijos en nuestro país. Esa es la vida de quien no tiene que irse de su país y eso es lo que nosotros podríamos haber vivido. Hemos tenido que cargar con cosas que no nos correspondían pero que son la realidad ahora. Extraño a mis amigos pero lo que más extraño es ese calor de una risa y de un abrazo venezolano de que sales a la calle y no conoces a la persona pero la miras a los ojos y sabes que esa persona está pasando por lo mismo que tú porque todos estamos pasando por lo mismo, la tristeza de que no tenemos el país que queremos tener, de que no estamos como podríamos estar, entonces la situación nos unió pero también nos separó. Tengo la bendición de haber encontrado ese abrazo y ese calor venezolano aquí en Francia y eso también me ha ayudado muchísimo para salir adelante.

Francia es mi nuevo hogar y mi sueño es traer a mi familia, estar con mi mamá y mi hermano acá, tener nuestro propio apartamentito, que mi mamá ya haya aprendido suficiente francés, que mi hermano pueda recibir la atención que necesita, que yo haya tenido una carrera suficientemente exitosa para tener los medios para poder dar esa tranquilidad a mi familia. Vamos a ver qué pasa, vamos a ver a donde me lleva mi carrera y mi música. Ahora la verdad es que me toca construir, pero estoy tranquilo porque sé que se puede. Me motiva a no parar saber que venezolanos en diferentes partes del mundo me utilizan como ejemplo. Soy un inmigrante como todos los demás pero yo sé que tengo un poco de responsabilidad porque hay muchos que se inspiran en mi historia para seguir adelante, entonces tengo que demostrarles que sí se puede.

El 7 de noviembre de este año, lancé una campaña que dura un mes con el fin de recolectar los fondos necesarios para terminar de concretar mi primer disco de forma independiente. Lo bueno de esta campaña es que estaré revelando progresivamente mis canciones, sus mensajes y letra, para que quienes me sigan tengan una introducción al disco y también para motivarlos a donar para que el proyecto se pueda realizar. Las personas que donen recibirán varios premios, como el disco en versión acústico antes de la salida del disco oficial y también el disco oficial. Además, daré una parte del dinero recolectado a una organización que se llama Leather Heart que se encarga de dar peluches a niños de bajas condiciones socioeconómicas en Venezuela y alimenta a familias necesitadas. Para apoyarme solo tienen que ir a tinyurl.com/YADAMEP