Jesús

Yo tengo más o menos un mes y medio en Quito. En Venezuela, cada vez estaba más asustado, más nervioso. Ya me quería venir precisamente porque las cosas se estaban poniendo cada vez más feas. Estos últimos meses la gente de verdad está escapando al miedo. En Venezuela, cualquier joven, sea cual sea su clase social, piensa en buscar algo mejor. Uno es joven, uno quiere vivir tranquilamente y darle una vida mejor a sus hijos, si llega a tener.

Me sorprende lo adaptado que estoy. No he tenido malas experiencias y hasta ahora todo ha salido muy bien. A lo mejor soy el menos indicado para hablar, apenas tengo unos meses acá. No me he sentido tan extranjero pero tampoco me siento un local. Obviamente no está la gente ni el calor de mi ciudad, pero no me he sentido tan fuera de lugar. Por suerte, tengo la compañía y el apoyo de mi novia que tiene nacionalidad ecuatoriana y venezolana. El abuelo de mi novia es ecuatoriano y fue llevando a Venezuela a sus familiares, que hicieron su vida allá; ellos son de la tanda de ecuatorianos que migraron a Venezuela.

Extraño a mis amigos, extraño el ser venezolano, estar en tu ciudad, ser tú. Pienso que como migrante a lo mejor uno se tiene que adaptar a la cultura y a la gente para poder encajar y no molestar. Yo voy calladito. Extraño a mi familia pero mi familia está en todos lados. Mis hermanos están en Chile, yo estoy aquí y mi mamá pronto se va para Argentina. Los extraño pero no están en Venezuela.

Soy fotógrafo. Mi papá tenia una cámara de rollo, de las viejas; yo se la pedí, la mande a arreglar y empecé con los rollos. Compré mi primera cámara profesional con la liquidación que me dieron cuando me botaron de un trabajo. Me encanta la fotografía, siempre es como un reto con uno mismo. Siempre quedo impresionado con los resultados, para bien o para mal. No sé si es malo o bueno lo que estoy haciendo, pero el resultado siempre me sorprende.

No les puedo decir la libertad que uno siente aquí al caminar en la noche. Yo quiero esta calidad de vida, que en Venezuela hemos perdido. Allá a las 7 de la noche, mi ciudad es un pueblo fantasma, no hay nadie en la calle caminando porque la delincuencia es muy brava. En Venezuela siempre hubo delincuencia pero era más suave, no era tan normal. Ahorita el problema es que es normal y así no se puede vivir. Obviamente con una cámara fotográfica llamas más la atención y uno siente la adrenalina de tener que estar siempre pendiente de todo. Lastimosamente la situación en Venezuela no va a cambiar porque este gobierno modificó la mentalidad y la cultura del venezolano. Yo pienso que Venezuela se va a recuperar económicamente pero harán falta por lo menos unos 20 años para que haya un cambio social significativo.

¿Mi sueño? Quizás no he sido tan ambicioso en ese sentido. Lo que pasa es que el país nos cambió mucho, pasamos de tener un sueño grande a simplemente buscar cosas sencillas, como tener una mejor vida y un sitio más tranquilo. Siempre he querido tener un negocio de comida. Yo soy paciente, no tengo apuro y por eso estoy tranquilo. Sé que algo va a salir, poco a poco.

Mi plan es seguir con la fotografía, que es lo mío. Quiero empezar a hacer video documental y publicitario. Me encanta hacer bodas, de verdad es algo que nunca pensé que iba a llegar a hacer ni que me iba a gustar. Yo ahorita estoy buscando trabajo y estoy de amo de casa. Soy el cocinero, el que friega y el que limpia. A mi novia le tengo su almuerzo para que lleve a la oficina y al llegar a casa, ella tiene lista la cena. La casa está arreglada. Esto es lo menos que puedo hacer por ella.